
Laboratorio de Mecánica Industrial y Automática
En 1901 el Estado creó un laboratorio para apoyar el trabajo de Leonardo Torres Quevedo. Hasta entonces el más insigne inventor español. Ideó un sistema de cables que resolvía los problemas de estabilidad en la cabina, y en 1916 el famoso Spanish Aerocar, que aún presta servicio en las cataratas del Niágara. Desde 1902 se centró en la aerostática. Sus proyectos recibieron apoyo oficial con la creación el 4 de enero de 1904 del Centro de Ensayos de Aeronáutica (CEA) y de un laboratorio-taller, que fue absorbido finalmente por la empresa francesa Astra. El llamado Astra-Torres (1911) se usó profusamente en la Primera Guerra Mundial.
Con la presentación del Telekino en 1903 Torres Quevedo inició una nueva ciencia, la Automática. Era el primer aparato capaz de ejecutar múltiples órdenes enviadas mediante un mando a distancia. A ese invento seguiría en 1912 el Ajedrecista, que luego perfeccionó su hijo.
En 1911 el laboratorio de Torres Quevedo se integró en la Asociación de Laboratorios de la JAE para elaborar los equipos que ésta demandase y formar personal. No obstante siguió teniendo problemas de financiación y adscripción. En 1913 se recortaron el sueldo y competencias de su director, aunque gracias a los éxitos obtenidos, a la falta de apoyo oficial a la aerostática y al abandono de ese campo por parte de Torres Quevedo (convencido quizás de que el futuro eran los aeroplanos, no los globos), logró que se cerrase el CEA y los recursos se concentrasen en el taller. De él nació el Laboratorio de Mecánica Aplicada, pero los problemas prosiguieron, en la década de 1920 pasó a depender del Ministerio de Trabajo y luego de Economía; en 1926 cambió su nombre por el Laboratorio de Mecánica Industrial y Automática y, finalmente, en 1931 quedó adscrito a la recién creada Fundación Nacional de Investigaciones Científica y Ensayos de Reformas, nacida para apoyar la ciencia aplicada, lo que significó un nuevo impulso para el centro. En 1939, tres años después de morir Torres Quevedo, fue incorporado a un instituto del CSIC con el nombre de su fundador, que hoy en día sigue existiendo.