
Escuela de Estudios Árabes de Granada
La Escuela de Estudios Árabes de Granada (EEAG), uno de los pocos centros de la JAE fuera de la capital de España, se creó en 1932 junto a otra en Madrid (en el Centro de Estudios Históricos), promovida por el Ministro de Instrucción Pública de la República, Fernando de los Ríos. Ambas respondían a la necesidad que tenía el país de promover los estudios sobre el mundo islámico. Se eligió Granada para una de las escuelas por el rico patrimonio musulmán y el interés de la ciudad por los estudios árabes, que ya contaba con una cátedra en su universidad desde 1847 y con los trabajos desarrollados en el Centro de Estudios de Granada y su Reino, constituido en 1909.
En 1930, ocupó la cátedra de Árabe de la Universidad de Granada Emilio García Gómez, y dio un nuevo impulso a la idea. Al mismo tiempo, desde principios del siglo XX diversos intereses habían reclamado al Estado la rehabilitación de unos edificios moriscos de gran valor, situados en el Albaicín y declarados monumento-artístico en 1919. Las Casas del Chapiz, construidas por Hernando Feri, heredadas por sus hijos y su yerno, Lorenzo Chapiz, fueron confiscadas por la Corona en 1571, tras las revueltas moriscas, y sufrieron luego avatares varios hasta la ruina. En 1929 hubo al fin la financiación que antes faltaba, obtenida de la venta de entradas a la Alhambra, y se encargó la obra al arquitecto conservador de ésta, Leopoldo Torres Balbás, que la acabó en 1931. En García y en esas casas halló la EEAG el hombre capaz de echarla a andar y su sede, inaugurada el 12 de noviembre de 1932, al mismo tiempo que su homóloga de Madrid, dirigida por Asín Palacios.
La EEAG fomentó y difundió la investigación y el conocimiento de las civilizaciones árabe y hebrea y enseñó sus lenguas. Se estructuró en secciones de Filología, Derecho e Instituciones, Historia, Arte y Arqueología, contó con una biblioteca, abrió una línea de publicaciones, de la que fueron fruto la revista Al-Andalus, predecesora de la actual Al-Qant?ara, y varios libros, organizó cursos, viajes de estudio y recibió becarios, y proyectó una residencia que, sin embargo, no fue posible hasta 1945, después de su paso al CSIC en 1939, debido a la ralentización de su labor que supuso la marcha de su director en 1935, la guerra y el fusilamiento en ella de su sustituto, Salvador Vila.