
Asociación de Laboratorios
La JAE nació en 1907 con el fin de enviar pensionados a los grandes centros de investigación extranjeros, pero su labor se paralizó debido a cambios en el Gobierno hasta 1910, año en el que comenzaron a crearse centros en que pudiesen trabajar y enseñar a los becados. Se creó uno para las Humanidades, uno para las ciencias Físico-Naturales, una asociación que incluiría varios laboratorios pensados sobre todo con objetivos docentes y ubicados en la Residencia. Se organizaron los laboratorios en asociación para facilitar su colaboración y su gestión y abaratar costes. La dirección de la JAE y de la Residencia les dieron máxima prioridad. El primero que se estableció fue el de Anatomía Microscópica, a cargo de Luis Calandre, donde cursaban prácticas de histología los estudiantes de Medicina. En 1912 José Sureda fundó otro de Química General, que a partir de 1913 dirigió José Ranedo. Desde 1915 la Resi tuvo nuevos edificios propios en la Colina de los Chopos y dichos laboratorios contaron con mejores condiciones: se diseñó un pabellón para albergarlos, el conocido popularmente como el Trasatlántico.
En 1916 se crearon el Laboratorio de Química Fisiológica, de Antonio Madinaveitia y José M. Sacristán, que funcionó hasta 1919; el de Fisiología General, concebido para facilitar la vuelta de Juan Negrín, que estaba en Alemania, y el de Fisiología y Anatomía de los Centros Nerviosos, de Gonzalo Rodríguez Lafora. En 1919 Pío del Río-Hortega organizó en la Resi el de Histología Normal y Patológica, y en 1921 Paulino Suárez el de Serología y Bacteriología. Los laboratorios fueron financiados con los escasos medios de la JAE, no obstante cumplieron sus objetivos de investigación y docencia, vinculados con los más científicos de Biología y Medicina o Física y Química de la Junta, que acabaron constituyendo centros independientes, con el de Matemáticas, el de Automática, los oceanográficos, el paleontológico o del de Genética del Museo Nacional de Ciencias Naturales, incluso el de Fonética del Centro de Estudios Históricos. Los de la asociación acabaron desapareciendo durante la Guerra Civil, cuando la Residencia quedó prácticamente desmantelada, aunque el de Del Río-Hortega se trasladó a Valencia.